Tres personas han salvado la vida y seis más la han mejorado sustancialmente gracias a la generosidad de la familia de Lorena Cámara, fallecida el domingo, que ha donado sus órganos De «gesto insignificante» califica Javier Lalanne, compañero de


 
 
 
 
 

Un gesto de amor

 
Tres personas han salvado la vida y seis más la han mejorado sustancialmente gracias a la generosidad de la familia de Lorena Cámara, fallecida el domingo, que ha donado sus órganos
 
De «gesto insignificante» califica Javier Lalanne, compañero de Lorena Cámara, la donación de los órganos de esta joven enfermera que desagraciadamente no pudo superar el pasado sábado una isquemia cerebral que le llevó a la UCI del Hospital Universitario de Burgos (HUBU) y no respondió al tratamiento. Es comprensible que la familia le quite importancia al hecho, dado que Lorena tenía clarísimo lo que acaba de pasar. «Ella era donante de sangre y de plaquetas y lo había hablado mil veces, siempre decía que donar era algo que le parecía obligatorio», recuerda su pareja. Y así se ha hecho. Quizás con más resonancia de la que a ella le hubiera gustado ya que quienes la conocen saben que no tenía ningún afán de protagonismo.
Pero para un buen número de personas, entre pacientes y familiares de muchos puntos del país, la determinación de la joven, su generosidad y la implicación de todo su entorno han significado un antes y un después y un absoluto gesto de amor hacia sus semejantes y de pura solidaridad. En concreto, a tres enfermos les ha supuesto, directamente, salvar su vida, y para otros seis, mejorarla sustancialmente. Porque una persona ha recuperado la vista y otras dos, van a poder abandonar en breve la diálisis, un tratamiento imprescindible cuando se sufre una insuficiencia renal y se necesita un trasplante de riñón y que merma mucho las actividades diarias de los enfermos.
Este altruismo, el dar a cambio de nada, constituye la esencia de la donación de órganos, en la que España siempre está a la cabeza de todo el mundo gracias a una Organización Nacional de Trasplantes (ONT) muy bien engrasada, con sanitarios perfectamente competentes y a la enorme conciencia ciudadana que se consigue con ejemplos como éste que se acaba de vivir en la provincia de Burgos y con charlas, conferencias, animación en los colegios y en las universidades, así como en cualquier otro tipo de colectivo, una labor que llevan a cabo  asociaciones de pacientes (Alcer es una de ellas) y los propios médicos y enfermeras de Sacyl.
«La familia accedió enseguida a donar. Dice mucho de las personas que tengan las cosas tan claras en un momento tan duro», explica el coordinador de trasplantes del HUBU, Arturo Zabalegui, quien informó de que estuvieron implicados en todo el proceso un centenar de profesionales que trabajaron, en total, unas 20 horas para que todo llegara a buen fin.
En este sentido, cabe destacar que se abrió a las 23,30 horas el Aeropuerto de Burgos para que pudiera aterrizar un avión que venía a recoger los órganos donados en el HUBU. «Cuanto menos tiempo pase entre la extracción y el trasplante se juega más a favor de que todo vaya bien», precisó el coordinador de trasplantes, que alabó el altruismo de una acción como ésta.
En lo que va de año, el Hospital Universitario de Burgos ha recibido 8 donantes, una cifra sustancialmente inferior a la del año pasado por estas fechas, 15. Se trata de un descenso que, a priori, no se explica por ninguna causa excepcional ya que no se ha recibido ninguna negativa familiar. 
Zabalegui aseguró que, como media, un donante puede salvar a tres personas y si es joven, a alguna más. Y en tiempo de vida, se considera que cada donante que ofrece sus órganos para que se trasplanten una vez que haya fallecido, otorga a los receptores 30 años. Un regalo impagable como el que acaba de hacer Lorena.


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